Al igual que buena parte de la autoconstrucción, el fenómeno del hacinamiento tiene una arista social muy fuerte. Es común en que barrios antiguos, inquilinatos con instalaciones eléctricas viejas sean arrendados a numerosas personas, muchas de ellas inmigrantes, quienes por economizar comparten espacios reducidos, viviendo incluso varias familias en una misma habitación.